Lo que nunca ha dejado de ser
Yo nunca he dejado de ser yo y tú nunca has dejado de ser tú.
Vuelvo a casa, y parece que, lo que estoy buscando es estar siempre lejos, para sentirme cerca, para ponerme a prueba.
Volver a casa siempre supone reencontrarme con las cosas que van recordandome lo que soy o lo que alguna vez fuí.
Cartas sin remitente que se dirigen a mí. Alguna cajita llena de pequeñeces que me devuelven a tardes perdidas que se ocultaban bajo la lluvia. Lapices con los que escribí en papeles que ahora se encuentran perdidos en algún cajón o en cualquier rincón. Palabras que no recuerdo haber dicho, pero que quizás si pensé. Un par de discos de color plata escritos con permanente negro, que yo creía perdidos en el desván dentro de una carpeta naranja. Y lo peor, una fecha y un par de entradas de cine.
Un libro que leí en apenas en un par de días y que aún conserva un par de lágrimas en sus últimas páginas.
Mis ganas de escribir. Mis ganas de vivir. Ambas llenas de polvo, como todo lo que aún guardo aquí.
Hace tanto tiempo que me busco que ya no sé dónde encontrarme. Doy vueltas sin saber hacia dónde iba a ir. Intentando olvidar que un día me puse en marcha, y sin recordar por qué.
Meterme en la ducha para quitarme el polvo que he cogido al rebuscar entre todas estas cosas y volver a salir a la calle. Entrar después, sin saber por qué he salido. La certeza de que volveré.
Vuelvo a casa, y parece que, lo que estoy buscando es estar siempre lejos, para sentirme cerca, para ponerme a prueba.
Volver a casa siempre supone reencontrarme con las cosas que van recordandome lo que soy o lo que alguna vez fuí.
Cartas sin remitente que se dirigen a mí. Alguna cajita llena de pequeñeces que me devuelven a tardes perdidas que se ocultaban bajo la lluvia. Lapices con los que escribí en papeles que ahora se encuentran perdidos en algún cajón o en cualquier rincón. Palabras que no recuerdo haber dicho, pero que quizás si pensé. Un par de discos de color plata escritos con permanente negro, que yo creía perdidos en el desván dentro de una carpeta naranja. Y lo peor, una fecha y un par de entradas de cine.
Un libro que leí en apenas en un par de días y que aún conserva un par de lágrimas en sus últimas páginas.
Mis ganas de escribir. Mis ganas de vivir. Ambas llenas de polvo, como todo lo que aún guardo aquí.
Hace tanto tiempo que me busco que ya no sé dónde encontrarme. Doy vueltas sin saber hacia dónde iba a ir. Intentando olvidar que un día me puse en marcha, y sin recordar por qué.
Meterme en la ducha para quitarme el polvo que he cogido al rebuscar entre todas estas cosas y volver a salir a la calle. Entrar después, sin saber por qué he salido. La certeza de que volveré.
Me alegra poder leerte en castellano, porque, por desgracia, no hablo catalán, aunque entienda algunas cosas.
ResponderEliminarGracias, por cierto, por tu comentario en mi blog, creo que es lo más bonito que me han dicho nunca.