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Mostrando entradas de agosto, 2014

Maldita sea

Que la curiosidad mató al gato es algo que todos tenemos demasiado asumido, y convivimos con esa dichosa frase de la cual nadie duda que esté repleta de sabiduría popular. Lo que probablemente no me había planteado es que, la curiosidad puede matar también a una gata. Que la historia se puede repetir una y mil veces, y que si no se deja de curiosear no se dejará tampoco de morir. Vivimos entre mentiras piadosas, y entre verdades inventadas para poder vivir lo más dignamente posible. Empieza a cobrar sentido esa frase que me parecía tan absurda de que, cuanto más aclaras, más oscurece. Y te das cuenta que, de repente te encontrabas en un momento de tu vida en el que aparecías frente a tres caminos distintos, y Dios sabrá porque, elegiste uno, no exactamente al azar pero no de forma muy inteligente. Por practicidad, imagino. Y no acabas de estar segura, y curioseas. Como ya curioseaste una vez, sólo que esta vez, no has esperado tanto, y en el primer asalto ya pone

The lunchbox

No suelo muchas cosas, pero me atrevo a afirmar que cuando hago algunas de ellas me siento como el niño que desenvuelve un caramelo de domingo. No suelo, muchas veces, escuchar otras canciones que no sean las mismas canciones que llevo en mi móvil una y otra vez, y pocas veces me planteo ampliar el repertorio e indagar cosas nuevas. La curiosidad me llega con algunas personas, y con las cosas que cuelgan en su muro.  Hoy vi una canción en tu muro que nunca habría buscado, que tampoco habría escuchado a menos que saliera en la radio, y que ni siquiera puedo prometer que no cambiara de emisora. Nuestro punto positivo es que nada que venga de ti me suena estridente. No sé si me explico.  Si viene de ti, le doy una oportunidad, y puede que la acabe escuchando varias veces seguidas. O incluso que me den ganas de escribir. Tampoco suelo, ir mucho al cine, puesto que resulta un pasatiempo excesivamente caro. Cuando tenía quince años solíamos ir prácticamente todos los fines de