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Mostrando entradas de 2014

Maldita sea

Que la curiosidad mató al gato es algo que todos tenemos demasiado asumido, y convivimos con esa dichosa frase de la cual nadie duda que esté repleta de sabiduría popular. Lo que probablemente no me había planteado es que, la curiosidad puede matar también a una gata. Que la historia se puede repetir una y mil veces, y que si no se deja de curiosear no se dejará tampoco de morir. Vivimos entre mentiras piadosas, y entre verdades inventadas para poder vivir lo más dignamente posible. Empieza a cobrar sentido esa frase que me parecía tan absurda de que, cuanto más aclaras, más oscurece. Y te das cuenta que, de repente te encontrabas en un momento de tu vida en el que aparecías frente a tres caminos distintos, y Dios sabrá porque, elegiste uno, no exactamente al azar pero no de forma muy inteligente. Por practicidad, imagino. Y no acabas de estar segura, y curioseas. Como ya curioseaste una vez, sólo que esta vez, no has esperado tanto, y en el primer asalto ya pone...

The lunchbox

No suelo muchas cosas, pero me atrevo a afirmar que cuando hago algunas de ellas me siento como el niño que desenvuelve un caramelo de domingo. No suelo, muchas veces, escuchar otras canciones que no sean las mismas canciones que llevo en mi móvil una y otra vez, y pocas veces me planteo ampliar el repertorio e indagar cosas nuevas. La curiosidad me llega con algunas personas, y con las cosas que cuelgan en su muro.  Hoy vi una canción en tu muro que nunca habría buscado, que tampoco habría escuchado a menos que saliera en la radio, y que ni siquiera puedo prometer que no cambiara de emisora. Nuestro punto positivo es que nada que venga de ti me suena estridente. No sé si me explico.  Si viene de ti, le doy una oportunidad, y puede que la acabe escuchando varias veces seguidas. O incluso que me den ganas de escribir. Tampoco suelo, ir mucho al cine, puesto que resulta un pasatiempo excesivamente caro. Cuando tenía quince años solíamos ir prácticamente todos los...

Debilidad

Y es que, nunca he tenido fe en que la gente cambie. Siempre he pensado que los alcoholicos nunca dejarán de tener esas ganas de beber, y que la metadona no te reprime las ganas de sentirte colocado. En mi caso, ni siquiera el tiempo, y ni siquiera otras personas me quitan las ganas de volver. Hace poco reconocí que, sería incapaz de darle un no por respuesta. Ayer, después de mucho tiempo, volvimos a hablar por telefóno. - Todo el mundo tiene una debilidad - le dije. Y cambiamos de tema. No hablabamos de nosotros pero, si no fuera por este orgullo que nos impide confesar según qué cosas, probablemente mi confesión hubiera terminado en "y la mía eres tú". Pero no es nada viable ni factible, nos separa mucho tiempo, muchos kilometros y otras tantas circunstancias que nos llevaron a no estar juntos. Y yo ahora estoy conociendo a alguien. Nos llevamos bien, y me gusta. Nos entendemos. Pero no es él. Ayer por la noche, ya no tenía tantas ganas de seguir hablando. Espera...

Marihuana

Y finalmente me fuí, no fue fácil. De verdad, creía que lo hacía por mí. Pero no. Me equivocaba. Lo hacía por él. A pesar de no ser capaz de soportar su situación, que era la que provocaba la nuestra, no quería ser el parche de nadie. Lo hice para que pudiera aprender a vivir sin parches. Pero para entonces fuí yo la que los necesité, cómo si se trataran de cigarrillos. Y cada vez me sentía un poco más vacía. Navego cuál barca a la deriva, sin rumbo, dando tumbos. La semana pasada quedé con un amigo que acaba de titularse cómo médico, cuánto saben esos bichejos. Me contaba que, la marihuana en sí no es una sustancia adictiva, lo es la sensación que es capaz de provocar. "Si encontrases algo que te hiciera sentir así, ni te acordarías". Así que parece que soy adicta a cómo me hacía sentir. Salvando los momentos y las circunstancias que me obligaron a salir corriendo de ahí con lágrimas en los ojos, me volví, sin saberlo, dependiente de las llamadas tontas...