Entradas

Algodón

Tengo sueño. Y cómo soy una exagerada podría decir que tengo un sueño infinito. Pero no me duermo porque me siento algo incomoda. Los asientos son duros y te invitan a marcharte. Todo el tiempo. De hecho es lo primero que he pensado cuando nos han dicho “llevamos un retraso de dos horas”. “Vámonos a cenar”, ha pensado mi alma de gordita a pesar de no tener hambre. Pero es que hoy contigo yo estoy celebrando una fiesta y todo me parece maravilloso. Es la cosa más importante que tenía que hacer hoy. Desde que me he subido en tu coche, a oscuras y con las luces de la carretera, me siento más en casa que en ninguno de los sitios donde haya podido estar estos días. Hay un corazón relleno de algodón colgando de tu retrovisor y lo miro mucho mientras me vas explicando cómo te estás sintiendo y qué te está pasando. Me encantaría poder darte un abrazo, pero lo dejo para cuando lleguemos o cuando acabemos con lo que me parece la celebración de hoy. A pesar de los pesares, nos encontramos d...

Todavía

Antes de irme me pediste que escribiese sobre ti.  Así, adrede, estas cosas no me salen. Ni estas ni ninguna. Todavía es muy pronto y acostumbro a responderte que no toca. Todavía.  Lo mismo que ponerme a escribir sobre ti, háblame te pido. Cuéntame cosas. No hay nada que me guste más que alguien decida compartirme lo que piensa o lo que vive. Que decida que formo parte de todo eso, de alguna manera. Pero todavía es muy pronto porque no está de más reservarnos algo, por ahora. Y cuando hablamos sigo insistiendo, cuéntame cosas. Te lo pido porque no voy a volver, todavía. Y necesito algo de ti. Lo que sea.  Porque no estoy ahí contigo, aún. Llueve y hay tormenta. No puedo dormir, llevo algunos días nerviosa y aunque no me entiendes me escuchas. Doy vueltas, intento no pensar en nada y sin querer vuelvo a pensar en lo que me da paz.  Nos imagino tumbados, habiéndote cedido el lugar en el que da la brisa y sin pedir permiso, acurrucarme en tu hombro. Y de...

Descifrar

Qué desastre

Qué desastre cuando siento un vacío en el estómago. Cuando creo que ya no me importa nada y de repente cualquier detalle me abofetea el orgullo. Y entonces me doy cuenta de que no he borrado nada. Por muchos esfuerzos que yo haya hecho. Por mucho que haya tratado de darle instrucciones claras y precisas a mi cabeza de que hemos pasado página. Creo que en esos momentos es cuando pone el automático y asiente tranquilamente respondiendo " que sí, tía ". Le falta decirme " que ya lo sé ". Porque sé que lo que le continúa es " y voy a seguir haciendo lo que me dé la gana ". Tengo un corazón loco que no atiende, que sólo sigue sus propios impulsos y vive inocentemente tirando de mi sin ningún tipo de acuerdo. Y yo le sigo, y luego nos sentamos a llorar abrazados viendo como nos apalean una y otra vez. Porque nos va lo sado. Por si, como la lotería, nos toca algún día.

Bistro Fada

Mi padre siempre me ha dicho que de todas las cosas que he ido perdiendo por el camino con los años, de las pocas que he conservado es la credulidad. La capacidad de que cualquier cosa me sorprenda. Y es verdad. Me maravillo con cualquier cosa, es fácil impresionarme. No sé muy bien cómo cambiar eso. Todo me asombra. A todas las cosas les encuentro algo nuevo y peculiar. Aunque antes hubiera encontrado muchas otras parecidas. Siempre todo es diferente. En lugar de sufrirlo cómo anuncia mi padre, lo disfruto como una virtud. He aprendido a vivir con ello. A quererlo como si no tuviera parte negativa. A mirar el mundo con ojos de niña. A entusiasmarme con las cosas que la gente ya asume como normales. Y puedo hacerlo a pesar de que no sea el primer encuentro. Me distraigo con facilidad, me quedo embobada mirando las cosas con asombro desconectando del momento y de la realidad que vivo. En medio de la calle, sin pena ninguna. Casi siempre me siento animada a entrar en cualquier m...

Cerca

Caminaba mirando al suelo mientras pensaba en mis zapatos salpicados y en el contraste que hacían las gotas de lluvia sobre ellos. Suena el móvil y le digo que ya voy, que estoy de camino. Espero impaciente a que el semáforo me de la señal y cruzo sin mirarle porque me da un poco de vergüenza mantenerle la mirada mientras me voy acercando. Sigo mirando mis zapatos cruzar por el paso de cebra mientras advierto que sobre el suelo se refleja la sombra de mi paraguas de lunares que me resguarda de la que nos está cayendo. Pienso en ese momento que no hay forma de que nos veamos sin lluvia de por medio y espero que esta vez no pierda su paraguas. - Con el tiempo te das cuenta de que nadie es tan especial. Despierto de repente de un sábado que no me parece muy lejano y aterrizo de nuevo en el final de un jueves cualquiera que me sacude las ideas y los pensamientos. Pienso de repente en un cuento al que recurro mucho y me acuerdo del zorro que pide que le domestiquen. Nadie es tan e...

Oz

He vuelto a llegar tarde como siempre que salgo con tiempo a los sitios importantes y he pedido perdón por perderme un poco por el camino. No han tardado en llamarme pese a mi falta de puntualidad y mi nombre ha sonado por los altavoces: - Paula Gilabert siga la línea azul. Me he sentido como Dorita rumbo a Oz salvando el pequeño detalle de las baldosas amarillas y los fantásticos zapatos rojos. El azul está bien, podría ser mi color favorito. De repente la línea se acaba y me siento algo decepcionada por la brevedad del camino y por la falta de amigos peculiares que encontrar en él. Así que me siento a esperar mientras una chica a mi lado se queja porque lleva diez minutos esperando y lamento que esa línea no fuera un poco más laberíntica alrededor de todo el edificio para hacer tiempo. Pero me interrumpen los sueños cuando aparecen y me piden que me quite los pendientes llamándome por mi nombre. Sé que no me conoce, pero me agrada que haya tenido el detalle de re...